Polonia:
O. Krzysztof Czerwionka CR
O. Remigiusz Longer OFM
Ks. Rafał Jaroszewicz
Ks. Piotr Mazurek
Ks. Jakub Stanecki
Ks. Przemysław Sawa
O. Paweł Drobot CSSR
Italia:
Fr. Fabrizio Di Fazio
Compartimos testimonios de algunos de ellos:
Fue una gran sorpresa para mí la noticia que el Papa me nombró el Misionerio de la Misericordia. Es un gran don, una gran tarea y misión. Durante los días de preparativos al encuentro con el Papa Francisco, oré cómo realizar este ministerio. Junto a la alegría apareció el miedo si soy capaz, si podré conciliar todas las obligaciones. Le dejé todos mis miedos a Jesús.
Cuando estaba en el Vaticano, experimenté la universalidad de la Iglesia, su aspecto espiritual y la íntima presencia de Jesús. En mismo tiempo me resultó muy claro que llevo muchos ańos anunciando el Evangelio de la Gracia y que la experiencia de la Escuela San Andrés orienta a la dirección muy concreta del anuncio de la Misericordia. En algún sentido asumo este nombramiento como reconocimiento de mi fiel trabajo para mi Escuela y otras EESAs. Pasando por la Puerta de la Misericordia en la basilica San Pedro, llevaba toda nuestra familia San Andrés y la obra de evangelización que estamos realizando.
Al recibir la bendición del Santo Padre, siento nuevas fuerzas para evangelizar, una unción particular a mi ministerio, sobre todo impartiendo cursos y retiros. Jesús me renovó en mi servicio con el sacramento de reconciliación y animó mi oración personal. Después de un mes de mi misión, veo muy claro su sentido.
Gracias a mi ministerio del Misionero de la Misericordia tengo una mayor oportunidad de evangelizar, de servir como sacerdote, de promover el Proyecto EESA. Se abren nuevas perspectivas. Confio en Dios, que, con su ayuda, este tiempo del Aniversario de la Misericordia será un tiempo fructifero. ¡Gloria a Dios!
Padre Paweł Drobot CSSR – Director de la Escuela de Evangelización Sursum Corda en Cracovia:
La covocación del Santo Padre para ser Misionero de la Misericordia es para mí una experiencia del amor de Dios y del poder de su incodicional perdón, en el primer lugar para mi. Es también la experiencia de la unión con Cristo – Buen Pastor. Cuando nos enviaba, el Papa Francisco nos habló a los Misioneros de la Misericordia del Sacramento de la reconciliación como una misión y nos otorgó el poder de absolución de los cuatro pecados hasta entonces reservada a la Santa Sede. En ese momento tuve experiencia de estar en el centro de la Iglesia y de su misión que es llevar la reconciliación y ayudar al hombre unirse con Dios y con la comunidad de la Iglesia. Gracias a este ministerio entiendo mejor en que consiste el misterio de la Misericordia. Ser Misionero de la Misericordia significa para mí una simple y humble misión cotidiana de llevar al otro a encontrar a Dios, ayudarle a abrirse a la reconciliación y la recepción del amor de Dios que puede renovar la vida de cada uno.
Padre Krzysztof Czerwionka CR – Pastor de la comunidad de Cristo Resucitadó GALILEA y Director de la Oficina Nacional EESA Polonia:
Me enteré de la noticia del nombramiento por el Papa a ser Misionero de la Misericordia durante la Escuela Nacional de Evangelizadores donde predicaba. Cuando mi provincial me lo anunció, pensaba que se había equivocado y le pedí que me enviara la noticia por correo electrónico. Estaba consciente que no era una distincción ni un título honorífico sino una misión. Pensaba si estaba en condiciones encargarme de esta misión por mis obligaciones del trabajo evangelizador. Ese día los textos de la Liturgia dijeron "no sobrepasa tus fuerzas ni posibilidades”. El Obispo Grzegorz Ryś lo confirmó: "Estas anunciando el Kerigma y por eso te eligieron y, además, no se nega al Papa”. Entonces dije “Amen” a Dios.
El martes, cuando tuvimos el encuentro de los Misioneros de la Misericordia con el Santo Padre, pude hablar con Francisco y recibí su alegre bendición para Galilea y todas sus obras, para EESA y para mí.
De la Liturgia de envio en el Vaticano, recuerdo la entonación de la voz del Papa: oí la alegría, pero también su preocupación de enviarnos a las personas perdidas, heridas, que les abracemos, ayudemos a reconciliarse con Dios, que seamos pacientes. Que llevemos la verdadera misericordia a los que ya no saben como hablar de su pecado, su dificultad. Es lo que me sedució y me motivó para servir a otros en este Espíritu.
Desde ese día tengo un sentimiento del amor personal de Dios y de su misericordia. Estoy más sensible a su presencia. En mi predicación noto una nueva calidad que apenas aprendo. Desde el 8 de diciembre, el principio del Ańo Jubileo, empecé a predicar la misericordia de Dios en el aspecto del Kerigma: amor, salvación, perdón, poder del Espíritu, cambio del corazón. Tengo la sensación de la unción de Dios para predicar y la convicción que esta predicación toca los corazones humanos más que nunca. El mismo Dios confirma esta verdad tan importante para El. Su Misericordia llama a las personas que vengan a los cursos y los retiros.
Cuando pienso en la influencia de mi ministerio en mi persona, puedo decir que no cambió mucho mi experiencia de Misericordia, pero ahora tiene más sabor y lo vivo más, hablo de ella más facilamente. De vez en cuando pienso si no hablo demasiado. Sin embargo, sé que el amor de Dios me tocó, cuando tenia 17 ańos y en la imagen de mi primera misa sacerdotal puse “Dios es amor” (1Jn 4,8). Como sacerdote anuncio el Kerigma en que el amor de Dios es básico. Soy Resureccionista y mi congregación quiere llevar el amor de Dios y vivirla.
Mirando las últimas semanas, veo que estoy más involucrado en el anuncio de la Misericordia que en el sacramento de reconciliación, pero estoy dispuesto para confesar. Cuando entendí que iba a ser Misionero de la Misericordia, planeé toda la Cuaresma con el servicio de Misericordia, predicando en los retiros. Normalmente, en mi comunidad Galilea y en los cursos predico el Kerigma. En todas estas realidades la Misericordia de Dios es presente y aún más subrayada. En los cursos las personas se convierten, experimentan la sanación interior, se renueva su fe, se enamoran de la Palabra de Dios. Todos estos momentos llevan la Misericordia de Dios.
Fr. Fabrizio Di Fazio-Oficina Nacional EESA Italia:
El 10 de febrero de 2016 en la Sala Regia del Vaticano el Papa Francisco recibió a los misioneros de la misericordia de todas partes del mundo, elegidos por su diócesis de origen.
Por la gracia de Dios pude disfrutar del honor de ser contado entre estos hermanos por haber sido elegido por mi Ministro provincial Fr. Carmine Ranieri.
Como miembro del equipo nacional de SESA Italia fue otro motivo de gracia para recibir este mandato por el Santo Padre , que confirma que nuestra escuela sea siempre elegido por Dios para la proclamación de su infinita misericordia .
De 1142 misioneros se recibieron 726, y recibieron el mandato oficial al final de la celebración eucarística presidida por el Santo Padre. Durante la bella audiencia, previa a la celebración, Francisco nos ha recordado que un "signo de especial importancia " que caracteriza al Jubileo, "permite a todas las Iglesias locales de vivir el misterio insondable de la misericordia del Padre".
Y Dios no ama de acuerdo a "el camino , siempre limitado y, a veces contradictorio " , pero de acuerdo a "su manera de amar y perdonar , que es precisamente la misericordia" . Francisco nos recomienda expresar la "maternidad de la Iglesia", que continuamente genera "nuevos hijos en la fe ". La Iglesia, por tanto, es "madre", porque "alimenta la fe" y "ofrece el perdón de Dios , regenerado a una nueva vida , el resultado de la conversión".
Según el Papa, no puede "correr el riesgo de que un penitente no perciba la presencia maternal de la Iglesia que le da la bienvenida y lo ama”. "Si, por el contrario, se impuso "Nuestra rigidez" , que sería " un grave daño en el primer lugar para la fe en sí, porque impediría al penitente de ser insertado en el cuerpo de Cristo" , que también limita "el sentirse parte de una comunidad".
"Al entrar en el confesionario - continuó - recuerda siempre que es Cristo quien da la bienvenida, es Cristo el que escucha, es indulgente Cristo, es Cristo quien da la paz ".
Somos los ministros de Dios para los que “tienen necesidad de ser perdonados por Él " y, sea cual sea el pecado que se absuelva , somos llamados a "recordar la propia existencia de pecado y de ponerse humildemente como "del canal de la misericordia de Dios."
Testimonio particularmente conmovedor del mismo Santo Padre cuando recordó con alegría "su confesión más importante: una hecha a los 16 años, el 21 de septiembre de 1953,
que guió su vida a la vocación sacerdotal. "¿Qué le dijo el cura? No recuerdo, sólo recuerdo
que me hizo una sonrisa y entonces yo no sé lo que pasó"
Cada confesor siempre debe ser capaz de mirar el "deseo del perdón presente en el corazón del penitente ", su "nostalgia de Dios, de su amor y de su casa " Este deseo se refuerza
especialmente "cuando se decide en el propio corazón cambiar de vida y no quiere pecar más"
Hay, pues, un componente del cual "no se habla mucho, pero que es un punto crucial", y que Francisco indica es la "vergüenza". No es fácil para confesar su pecado a otro hombre, "sabiendo que es Dios." Este sentimiento de vergüenza, que ya se encuentra en Adán y Eva, después del cumplimiento del pecado original (cf. Gen 3, 7-10) " requiere, por parte del confesor una actitud de respeto y estímulo. "Un buen confesor debe " entender no sólo el idioma de la palabra, sino también el lenguaje de los gestos"
En el Antiguo Testamento se cuenta un episodio similar y sorprendente: la embriaguez de Noé,que se pone a "desaparece su dignidad, que la Escritura expresa con la imagen de la desnudez ", antes de que dos de sus tres hijos toman el manto para cubrirlo, "devuelve la dignidad de su Padre” (Gn 9,18-23) " .
Que confiesa, por lo tanto , siempre es necesario tener en cuenta frente a él, que no es el "pecado, es el pecador arrepentido " , es decir, una persona llena de vergüenza y con ganas de "ser aceptado y perdonado. "
Ninguno de nosotros, a continuación, se llama a "juez, con un sentido de superioridad, como si fuéramos inmune al pecado - dijo el Papa -. Por el contrario, estamos llamados a actuar como Sem y Jafet, hijos de Noé, que tomaron una manta para poner a su padre lejos de la vergüenza".
Administrar la confesión "según el corazón de Cristo", es equivalente a cubrir al pecador con el manto de la piedad, para que no se sienta vergüenza una y puede recuperar la alegría de su dignidad filial".
No es "garrote del juicio", lo que "traer de vuelta a la oveja perdida al redil, pero con la santidadde la vida, que es el principio de renovación y reforma en la Iglesia" y que trae sobre sí "el peso de aquellos que son más débiles, "consolar" con el poder de la compasión ".
Al concluir su maravillosa exhortación, el Papa se refirió a nosotros el ejemplo de San Leopoldo Mandic y San Pio da Pietrelcina, los dos "santos ministros del perdón" que, "en sus vidas han dado testimonio de la misericordia de Dios".
"Cuando se sientas el peso de los pecados confesados a usted, y las limitaciones de su persona y sus palabras, confía en el poder de la misericordia que a todos nos reúne con un amor que no conoce fronteras."